Catalina cáscara de huevo
"Why am I hanging around in the rain right here
Trying to pick up a girl
Why are my eyes filling up with these lonely tears
When there's girls all over the world"
“Qué idiota que eres Esteban”. Piensa para sí, y es que no es una persona particularmente fanática de seguir a nadie, pero hoy se siente especialmente atraído por la chica que camina frente a él en la calle. por lo regular sale a caminar a esta hora de la tarde, cuando el sol empieza a caer, solo caminar, sin rumbo, es más un ejercicio mental que uno físico, sin embargo, ha empezado a pensar en la importancia de mantenerse activo a partir de lo físico, “quizás es hora de cuidarse” se dice cuando se ve al espejo.
Y es que esa mañana, Esteban se veía en el espejo con desagrado. Hacía calor, y eso no ayudaba, se sentía desagradable, extraño en su propio cuerpo. ¿Por qué tenía ese cuerpo?, frágil, delicado, lánguido. Se imaginaba rompiéndose al mínimo contacto. Debería ser más alto, más fuerte, más macizo. Debería, tal vez comer mejor, tal vez ejercitarse. No lo hace, porque se desprecia. No vale la pena trabajar en él mismo, tal vez solo deba salir a caminar, y dejar de ver a ese esperpento frente a él. Ese cascarón fuente de todo su malestar.
Cruza la calle para hacerse una mejor idea de la mujer a la que sigue. Es joven, tal vez unos diez años menor que él. Camina un poco torpe, frágil. Se imagina tal vez una infancia de comentarios sobre su forma de caminar de caídas involuntarias, de cicatrices, quizás un apodo familiar. “Cáscara de huevo”, Catalina cáscara de huevo. Las risas de niños y niñas. Los niños pueden ser muy crueles.
Le gusta su olor, que va dejando tras de sí al caminar. Imagina escenarios en los que él aparece en la vida de Catalina cáscara de huevo, y la protege, o le anima a sentirse mejor consigo misma, pero ninguno es suficientemente verosímil. No, no hay forma. “Pero qué idiota que eres Esteban”.
Catalina cruza la calle, y él ve ondear su cabello largo hasta los hombros mientras da un pequeño trote para alcanzar la parada de bus. Siente cierta nostalgia desde ya, porque ve su partida cercana. ¿Qué será de Catalina en el futuro? Tal vez tenga un novio que la quiere un “montón” (ella parece ser el tipo de persona que dice cosas como “me quiere un montón”), espera que sea feliz. Adiós Catalina cáscara de huevo, nunca nos conocimos. Quizás hubiéramos podido ser muy amigos. O tal vez, hubieses sido como la hermana menor que siempre quise, te besaría la frente cuando estuvieras triste y escucharía tus quejas. Quizás un día quisieras besarme y yo a ti, pero nos detendríamos porque no es lo correcto, porque nuestra cercanía y amistad no funciona como pareja, y porque tú quieres mucho a tu “maridito”, porque seguro le llamas así, o tal vez “amorcito”. Esteban sonríe melancólicamente mientras Catalina sube al autobús. Solo entonces se percata de los dos tipos que caminan justo detrás de él.
Cuánta estupidez, “qué idiota que eres Esteban”. Maldita sea la voz frente al espejo, siempre ahí cuando más se le necesita. -Ahora no, maldita sea-. Piensa dos veces, tal vez simplemente van a la parada de bus. -Solo sigue caminando, no pasa nada-. El corazón se agita, los dos hombres apresuran el paso parece que quieren acortar la distancia. Malas noticias, Esteban mira para todos lados, de reojo, no hay nadie más, la tarde ya cae y la calle en la que se metió ,sin darse cuenta, está bastante solitaria, quizás por eso Catalina subió al primer bus que pasó. “Sigue caminando, camina más rápido imbécil, eso pasa por despistado” Desde el autobús que ya arranca cruza miradas con Catalina, ella lo ve con preocupación. Mientras los dos tipos lo abordan. Siente algo duro y puntiagudo en la espalda a la altura de los riñones. Y una mano sucia, con un perfume dulzón, en el hombro. Esteban le regala una sonrisa melancólica final a Catalina. Mientras se dice: “Qué idiota que eres Esteban”..
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